¿Quién puede decir algo así: «Te amo.»? ¿Qué ocurre en su alma cuando dice esta frase? ¿Qué pasa en el alma del otro cuando se dice esta frase?
El alma de quien dice sinceramente esta frase, tiembla. En ella se reúne algo que crece como una ola y lo arrastra. Puede que se defienda de ella por miedo de adónde lo eleva y qué orilla lo lanzará.
Puede que también el otro o la otra a quien se dice esta frase tiemble. Intuyen qué cambia en ellos, cuánto puede comprometerlos y determinar su vida para siempre.
Está también el miedo de si seremos capaces de mantener esta frase y estamos de acuerdo con ella en todo su alcance y nos podemos abrir a ella, independientemente de si la hemos dicho o nos la han dicho.
Pero no hay frase más hermosa, que nos conmueva tan profundamente y nos una tan íntimamente con otra persona. Es una frase humilde. Nos empequeñece y engrandece al mismo tiempo. Nos hace profundamente humanos.
Bert Hellinger, Felicidad que permanece.
Te Amo.
Sobrio, profundo. Un “Te Amo” sincero, honesto, firme… pronunciado suavemente, acariciando con mi aliento tus labios.
Lo escuchas con el alma, que me lo devuelve callada en el brillo de tus dientes húmedos detrás de una limpia sonrisa. Mi alma y la tuya se encuentran, se reconocen… las siento riendo gozosas en el pecho, danzando, girando juntas, jugando envueltas en madejas de algodón, cálidas y tiernas, ahora en calma… casi dormidas…
Despiertan ardientes en la mirada, fundidas en deseo que trasciende los cuerpos… Un “Te Amo” que se desprende de mi boca y saboreas, alimentando a ambos, y descansa en el corazón antes de escapar al cielo en llamaradas de pasión prendidas en tus ojos con mis ojos. Un “Te Amo” ahora, siempre ahora… un "Te Amo" no dicho.